Algo que no se debe olvidar cuando se habla de Salsa o de alguno de las muchas músicas de origen afrocaribeño, es que todos estos ritmos están hechos para bailar. La importancia del baile en el Caribe no es ninguna novedad, y desde la llegada de los españoles todos los textos de cronistas y viajeros están repletos de referencias a la cultura festiva y bailadora de los americanos. Para los cubanos especialmente, la música y el baile han ocupado siempre un lugar muy importante dentro de la sociedad, y de ello queda constancia en innumerables ensayos, artículos y tratados que estudian minuciosamente el tema. Sin embargo se puede considerar la segunda mitad del siglo XIX como la etapa crucial en el proceso de entrecruce y criollización de los géneros musicales y bailables provenientes tanto de África como de Europa. En este mismo período y como producto de la hegemonía ejercida por el vals, la polca y la contradanza, el baile de pareja se había consolidado como el estilo más difundido en los salones. Es así como Cuba entra al siglo XX bailando danzón, hijo directo de la habanera y la contradanza. A partir de allí el asunto no ha parado, al punto de que en Cuba cada cierto tiempo parece llegar el momento en que los bailarines se aburren de una música y se buscan otra que los entretenga y ponga a bailar nuevamente. Primero, como se dijo, fue el danzón; luego, una vez que se puso pesado y monótono, le incorporaron el danzonete al final del tema para hacerlo menos cuadrado y más alegre y suelto para los bailadores. Luego llego el son oriental a principios de los años `30. Pero una vez más surgió el mentado agotamiento de los bailadores y fue necesario que los músicos ensayaran nuevos ritmos. Así se llegó al mambo en los `40, al chachachá en los `50, la pachanga en los sesenta, y así sucesivamente hasta llegar al songo en los `80 y por supuesto a la timba en los `90.
martes, 21 de julio de 2009
¿QUE ES LA SALSA?
Algo que no se debe olvidar cuando se habla de Salsa o de alguno de las muchas músicas de origen afrocaribeño, es que todos estos ritmos están hechos para bailar. La importancia del baile en el Caribe no es ninguna novedad, y desde la llegada de los españoles todos los textos de cronistas y viajeros están repletos de referencias a la cultura festiva y bailadora de los americanos. Para los cubanos especialmente, la música y el baile han ocupado siempre un lugar muy importante dentro de la sociedad, y de ello queda constancia en innumerables ensayos, artículos y tratados que estudian minuciosamente el tema. Sin embargo se puede considerar la segunda mitad del siglo XIX como la etapa crucial en el proceso de entrecruce y criollización de los géneros musicales y bailables provenientes tanto de África como de Europa. En este mismo período y como producto de la hegemonía ejercida por el vals, la polca y la contradanza, el baile de pareja se había consolidado como el estilo más difundido en los salones. Es así como Cuba entra al siglo XX bailando danzón, hijo directo de la habanera y la contradanza. A partir de allí el asunto no ha parado, al punto de que en Cuba cada cierto tiempo parece llegar el momento en que los bailarines se aburren de una música y se buscan otra que los entretenga y ponga a bailar nuevamente. Primero, como se dijo, fue el danzón; luego, una vez que se puso pesado y monótono, le incorporaron el danzonete al final del tema para hacerlo menos cuadrado y más alegre y suelto para los bailadores. Luego llego el son oriental a principios de los años `30. Pero una vez más surgió el mentado agotamiento de los bailadores y fue necesario que los músicos ensayaran nuevos ritmos. Así se llegó al mambo en los `40, al chachachá en los `50, la pachanga en los sesenta, y así sucesivamente hasta llegar al songo en los `80 y por supuesto a la timba en los `90.
RAY BARRETO BIOGRAFIA
La trayectoria musical de Barretto muestra una gran inquietud y una amplia gama de influencias musicales, quizá en parte debido a que, al contrario que la mayor parte de los músicos de jazz latino, su aproximación a la música afro-caribeña y a la salsa fue a partir del jazz y no a la inversa. De hecho, en una ocasión afirmó que él aprendió a tocar al estilo swing antes de llegar a dominar los ritmos latinos.
Barretto empezó a tocar las congas mientras estaba en la marina en Alemania. Empezó a trabajar con músicos de jazz estadounidenses tras regresar a Nueva York, donde a finales de los 50 sustituyó a Mongo Santamaría en la banda de Tito Puente durante cuatro años. Barretto hizo su debut discográfico como líder de una banda en 1962 para Riverside, que fue un gran éxito no sólo dentro del campo del jazz (llegó a número 17 en las listas de música pop). Al año siguiente grabó para Tico "El Watusi", aprovechando la fiebre de este baile existente en el momento, que resultó un éxito fulgurante y suscitó decenas (sino cientos) de versiones y, más recientemente, de usos como samples por parte de raperos, como es el caso de la española Mala Rodríguez en su primer álbum.
Intentó modernizar el sonido de la charanga, dominante en la música latina de la época, reforzando la sección de viento y haciendo versiones de melodías provenientes del rock y del pop, como hicieron muchos otros artistas latinos.
Lo cierto es que Barretto logró sus mayores éxitos en los 60 como músico de sesión, acompañando a Gene Ammons, Cannonball Adderley, Kenny Burrell, Lou Donaldson, Red Garland, Dizzy Gillespie, Freddie Hubbard, Wes Montgomery, Cal Tjader y muchos otros artistas de jazz y pop.
Tras fichar por el sello Fania en 1967, Barretto comenzó a alcanzar reconocimiento como uno de los más importantes artistas de jazz latino y llegó a ser director musical de la Fania All-Stars. De esta época destaca su álbum Acid (1968). En los 70, incorporó influencias del rock y el funk a su música, con un éxito limitado, mientras grababa para Atlantic.
En 1981, grabó un muy aclamado álbum para CTI, La cuna, con Puente, Joe Farrell y Charlie Palmieri como intérpretes invitados. En 1992 estrenó un nuevo sexteto, New World Spirit, con el ha realizado al menos ocho discos de larga duración (sin contar recopilaciones) para distintos sellos discográficos. Curiosamente (y en contra del caso de otros artistas de música moderna), Barretto, ya en su etapa de madurez, llegó con este grupo a una plenitud creativa, alcanzando cotas nunca antes alcanzadas por él ni por ningún otro artista de jazz, latino o de cualquier otro tipo.
Como el mismo Barretto (que hasta poco antes de su muerte siguió actuando en directo) afirmaba, esta nueva etapa de su carrera no se basa en la fusión de elementos de música latina y jazz, sino en el empleo de instrumentos de origen afro-caribeño como la conga o, en raras ocasiones, temas de origen latino, pero con una concepción del jazz totalmente tradicional, lo que constituye una óptica probablemente nunca abordada por ningún otro músico ni grupo, quizá con la excepción del grupo cubano de jazz Columna B.